Esta historia le ha ocurrido recientemente a un buen amigo. No digo el lugar de la historia, pero comentaros que transcurre por una de las islas afortunadas.

Para poneros en situación, imaginaros a una persona de 36 años, con trabajo algo tan valioso en estos momentos, una vivienda a medio pagar y con una niña recién nacida junto con su pareja. Después de una temporada movida por problemas personales, al final consiguió encauzar su vida y estabilizar su situación emocional,  todo le iba bien y la idea que tenía era cambiar su vivienda habitual, que tanto dolor de cabeza le había dado. El piso de la discordia, lo quería cambiar por una vivienda unifamiliar con jardín y piscina.

Después de buscar y buscar (esto era porque todavía no conocía la página Web de elRealista.es), encontró una casa que le había gustado, pues cumplía con todas sus expectativas, y hasta el precio era atractivo.  Hablando con el propietario, este muy amable en todo momento, fijó pocos días para la firma del contrato privado de compraventa.

“Speed”, que así llamaremos al personaje, estaba decidido a comprar la vivienda, aun sin haber vendido todavía la suya. El vendedor le daba de cortesía hasta final de año para que vendiera la suya. La cortesía consistía en una entrada, nada más y nada menos que de 25.000 €, además le ofrecía la posibilidad de que si no había vendido la suya, facilitarle el pago restante mediante mensualidades entregadas a cuenta de 800 €. Había hecho números y estaba decidido, aun sin vender su vivienda con la esperanza de poderlo hacer antes de fin de año.

La historia paró cuando empezó a preguntar a todos sus amigos que trabajaban o tenían contacto con el sector inmobiliario, en este caso, de un tasador. Lo primero que le pidió fue la Nota Simple Registral, para comprobar si la vivienda estaba registrada, pues se trataba de un antiguo chalet que lo habían dividido en varias viviendas. Al parecer estaba todo en regla, pues constaba registralmente como finca independiente la porción de vivienda que pretendía comprar, con la única discrepancia de un exceso de superficie que no se encontraba declarada.

Pero la cosa empezaba a complicarse, pues el propietario le entregó una tasación que había realizado, con la intención de que le sirviera como un argumento más para la venta, ya que la valoración se ajustaba a sus necesidades. Pero el problema vino cuando se la pasó a su amiguete el tasador y se la “leyó”:

  • La tasación no era a efectos hipotecarios, por lo que no la podría utilizar para solicitar hipoteca.
  • La tasación estaba condicionada a la inscripción registral del exceso de superficie, es decir, la ampliación no estaba legalizada registralmente y difícilmente lo sería, pues se encontraba fuera de ordenación.
  • La tasación advertía de que no cumplía con los parámetros urbanísticos, es decir, no cumplía con separación a linderos, tipología edificatorias, así que se puede decir que se encontraba fuera de ordenación, por lo que a efectos hipotecarios no se podía considerar un bien hipotecable por no considerarse estable y duradero en el tiempo.

Algo no cuadraba, por lo que daba la sensación de que algo se había perdido por el camino. En definitiva, demasiadas complicaciones a la hora de comprar, pues si los bancos ya te lo ponen complicado para financiar la compra de la vivienda, imagínate con todos estos condicionantes difícilmente subsanables.

De todas formas al final “Speed” decidió parar y esperar a otra oportunidad mejor. Yo le he indicado que una opción que no descarta cualquier otra que pretenda seguir, es la de anunciar lo que está buscando en nuestra página Web de elRealista.es, así que imagino que a día de hoy estará anunciado y esperando a que la casa le busque a él.

Las prisas no son buenas compañeras para comprar una vivienda.

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