«Historias reales de personas reales sobre casas»

Más de 30 años en una vivienda y se la quitaron los herederos.

Esta es la historia de una mujer que llamaremos “Ingenua”, los motivos del nombre todavía los desconocemos pero más adelante nuestra curiosidad quedara satisfecha.

Imaginaros a una mujer con 30 primaveras en los años 70, feliz por la vida encuentra una pareja y que sin contraer matrimonio deciden irse a vivir juntos, adelantados a la época en la que lo normal era casarse para dejar la casa de los padres. Por las necesidades de encontrar cobijo y no mojarse cuando llueve, su compañero sentimental compra una vivienda a su nombre, establecen allí su residencia y permanecen juntos más de 30 años. Su vida, me contaba, transcurrió feliz, aguantándose el uno al otro en los quehaceres diarios tales como el trabajo, las reuniones familiares, amigos, etc. Durante su época de convivencia no tuvieron hijos, y resulta que hace unos años se muere el que ha sido su pareja y propietario registral del piso. Imaginaros que pasó con el piso.

Empezó el reparto de la herencia, por lo visto el fallecido no dejó por escrito su testamento y cual fue la sorpresa de “Ingenua” al ver que los hermanos del que había sido su compañero durante toda su vida, le reclamaban la parte correspondiente del piso. Se encontraba “Ingenua” con 65 años y viviendo en un piso que no era suyo, del cual le reclamaban los herederos su parte del pastel, además la señora estaba sin trabajo, siendo los ahorros no muy elevados y los justos para un jubilado con la casa ya pagada.

Me relataba la señora que ni mucho menos sus cuñados, animados por las cuñadas seguramente, estaban por la labor de renunciar a su parte de la herencia, además se jactaban en un alarde de generosidad de que hasta la fecha no la habían echado de casa.

Menudo panorama, no hay que fiarse ni de uno mismo y sobre todo hay que dejar las cosas bien amarradas desde el principio, aunque en este caso sería mejor decir:

hay que dejar las CASAS bien atadas desde el principio

Fuente: Una historia real contada por una persona real. J. Santos

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